Artículo publicado en Público el 14.07.2016
Todo el mundo está de acuerdo en que la Comunidad de Madrid necesita una Ley de Protección Animal a la altura del siglo XXI que sustituya la más que obsoleta Ley 1/1990. Sin embargo, el proyecto que Cristina Cifuentes nos presentó en noviembre de 2015 era simplemente una ley destinada a evitar el sacrificio innecesario de animales de compañía abandonados, en las perreras donde se les acoge. Por ello la bautizaron como Ley de Sacrificio Cero. Pero en realidad no era más que un parche legislativo de muy corto alcance y carente de medios para garantizar su cumplimiento por parte de las entidades protectoras y las autoridades municipales, que es en las que recae la mayor parte de la responsabilidad de la atención de los centros de acogida.
Un brindis al sol con el que Cifuentes pretendía cumplir un compromiso electoral a coste cero, trasladando el problema hacia abajo. Pero con ello evitaba que Madrid pudiera ponerse a la vanguardia del bienestar animal en nuestro país, a través de una legislación adecuada a nuestro tiempo como ya tienen muchas Comunidades Autónomas.
Todos los que llevamos años dedicados a la defensa de los animales desde distintas asociaciones sabemos que una política de sacrificio cero es inviable si no damos una salida adecuada a los animales por medio de la adopción. Los centros de acogida se saturan porque se abandonan animales continuamente, y porque no se facilita adecuadamente la adopción de perros y gatos frente a la compra. Y también porque no se ponen las medidas necesarias para evitar la reproducción incontrolada, mediante campañas de esterilización, etc. Sin embargo, el Gobierno de la Comunidad de Madrid ignoró por completo las recomendaciones de las asociaciones del Consejo de Protección y Bienestar Animal de la propia Consejería de Medio Ambiente, y en los últimos días hemos sabido que ni siquiera se molestó en consultar los comercios dedicados a los animales de compañía. ¿Cómo se puede proponer una Ley desoyendo a los que más saben del sector que se pretende regular?
En consecuencia, los grupos de la oposición, con la inestimable colaboración de las más importantes asociaciones protectoras de Madrid, preparamos un exhaustivo conjunto de 66 enmiendas que han transformado la Ley de Sacrificio Cero del PP en una Ley de Abandono Cero, obligando a la identificación mediante microchip de todos los animales, prohibiendo la venta de los que no procedan de criaderos registrados y la compraventa entre particulares, regulando más estrictamente el comercio en internet y favoreciendo al máximo la adopción y la labor de las organizaciones voluntarias y de los ayuntamientos, incluidas las ayudas económicas necesarias para dar cumplimiento a los objetivos de la Ley. En el largo trámite parlamentario de esta Ley, hemos conseguido que el Partido Popular aceptara 43 mejoras al proyecto. Y estoy convencido de que el entendimiento habría podido ser mayor y más rápido si el talante de los representantes del PP en la Asamblea hubiera sido menos pasivo y obstruccionista, especialmente teniendo en cuenta que el proyecto era suyo, y ellos presiden la Comisión de Medio Ambiente donde se ha visto la Ley. Parte de la polémica de última hora sobre la venta de animales en tiendas proviene precisamente de esta falta de diálogo del PP en algunos temas.
Conviene aclarar en todo caso que desde Podemos y EQUO, no se pretende prohibir la venta de todos los animales en tienda. Hay una serie de especies (peces, cobayas, hámsters, canarios y muchas otras criadas específicamente para su mantenimiento en cautividad) cuyo modo de vida en la tienda difiere poco o nada del que llevarían en un domicilio particular, por lo que no se pretende su prohibición. La polémica se centra en la presencia de perros y gatos en los establecimientos comerciales, ya que es muy difícil que una tienda pueda proporcionarles el espacio vital y la atención necesaria, todos hemos visto a esos cachorros tristes mirándonos desde su pecera. Y resulta del todo factible que las tiendas que lo deseen puedan ser suministradoras de estos animales por encargo, sin perder un ápice del negocio. Antes al contrario, ya que la Ley restringe casi todas las demás transacciones comerciales y prohíbe la venta de animales entre particulares o procedentes de criaderos no registrados.
Por otro lado, existe una larguísima polémica entre los expertos en fauna sobre la necesidad de restringir al máximo la venta de animales exóticos, cuya liberación al medio natural es fuente de innumerables problemas y cuyo comercio además dificulta grandemente la persecución del tráfico ilegal de especies. Ahí tenemos las famosas cotorras argentinas que han invadido Madrid, las tortugas de Florida o los mapaches que se han extendido por el Parque del Sureste. Muchos de estos animales son comprados por capricho, con gran desconocimiento por parte del cliente de que está adquiriendo un ser vivo que no ha sido seleccionado para la vida en cautividad, y que puede ser complicado y costoso de mantener, a veces portador de costumbres, sonidos u olores desagradables. A mi parecer, adquirido a lo largo de muchos años de experiencia de lucha contra el problema de las especies invasoras y el comercio ilegal de animales, el catálogo de especies en venta debería estar restringido al máximo para evitar todos estos problemas, máxime cuando esto no es ni mucho menos una parte significativa del negocio de la inmensa mayoría de las tiendas de Madrid.
Finalmente, nos parecía obligado aprovechar esta nueva Ley para atender a dos de las reclamaciones más sentidas por el creciente movimiento animalista en la Comunidad de Madrid: erradicar el tiro de pichón y la presencia de animales salvajes en los circos. Dos actividades totalmente obsoletas y prohibidas en casi toda Europa y en buena parte del territorio español, en muchos casos por unanimidad de todos los grupos políticos, como ha sucedido recientemente en Valencia. Sin embargo, parece que estas dos iniciativas tendrán distinta fortuna, pues mientras la matanza de pichones es rechazada por los tres grupos de la oposición, y por lo tanto quedará prohibida a partir de la aprobación de la Ley, la presencia de tigres, leones, elefantes, y demás fauna salvaje encadenada en los circos, parece que sí es aceptable para el señor Ignacio Aguado y su grupo. No les pregunten por qué, porque ni ellos mismos lo saben.