Madrid, territorio natural

7118082

Madrid desde el Monte de El Pardo

Artículo publicado en Madridiario el 24-5-2016

Poca gente sospecha que casi el 40% del territorio de la Comunidad de Madrid está protegido por sus valores naturales. Parecería que a la comunidad autónoma más densamente poblada de España (más de 800 habitantes/km2) no le pudiera quedar espacio para albergar más formas de vida. Y lo cierto es que en Madrid se reúnen montañas, llanuras y ríos que diversifican el paisaje y por lo tanto su capacidad para albergar gran número de especies de plantas y animales, lo que conocemos como biodiversidad.

La joya de la naturaleza madrileña debería ser sin duda el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Pero este espacio protegido se quedó lejos de proteger todos los valores naturales de la Sierra, limitándose a la zona de cumbres y eludiendo las zonas de mayor biodiversidad y muchos parajes emblemáticos. El único parque nacional madrileño dejó fuera de sus límites a algunos de los pinares más interesantes desde el punto de vista florístico y también faunístico, ya que la mayor parte de los buitres negros de la Comunidad tienen sus colonias en estos montes.

Pero afortunadamente, además del Parque Nacional tenemos tres parques regionales asociados a nuestros principales ríos que lo superan en superficie: el del Curso Medio del río Guadarrama y su entorno, el de los Cursos Bajos de los ríos Manzanares y Jarama (más conocido como Parque Regional del Sureste) y de la Cuenca Alta del Manzanares. Y varios espacios de la Red Natura 2000, mucho más desconocidos, pero de gran superficie y tremendamente importantes para conservar algunas de las especies más amenazadas de nuestra región: el valle del río Lozoya y la Sierra Norte, una de las zonas de mayor diversidad florística de Madrid; las estepas cerealistas del Jarama-Henares, con poblaciones únicas de aves esteparias como la avutarda; los carrizales y sotos de Aranjuez, asociados al paso del río Tajo por nuestra región; y especialmente los encinares de las cuencas de los ríos Alberche y Cofio, 83.000 hectáreas con la población de águila imperial y otras rapaces más importante del centro peninsular. A todo ello sumemos los montes del Pardo y el Soto de Viñuelas, los pinares y robledales guadarramenses del Abantos y El Escorial, y otras zonas menores, y tendremos esa asombrosa cifra del 40% del territorio protegido de una u otra forma.

Sin embargo, el Gobierno de la Comunidad de Madrid no invierte en esta riqueza natural, ni en las comarcas que las sustentan. Lejos de ello, sólo el 0,26% del presupuesto total de la Comunidad Autónoma se dedica a proteger el medio ambiente, ya que la mayor parte del presupuesto de la Consejería de este nombre se dedica a otros menesteres. Ello supone que los espacios naturales madrileños sufren un crónico estado de desidia y abandono que venimos reiterando sistemáticamente en la Asamblea de Madrid. Algunos de ellos, tan importantes como el Parque Nacional (21.700 hectáreas), el Parque del Sureste (31.500), o los mencionados encinares del Alberche y Cofio, ni siquiera tienen plan de gestión en vigor, como es obligado por la Ley de Patrimonio Natural del Estado. El abandono de las instalaciones, la carencia de personal, la escasa importancia de la interpretación y la educación ambiental, son evidentes para los visitantes de nuestros parques, varios millones al año si podemos creer las estadísticas de la propia consejería.

Como tantas veces he dicho, conservación sin financiación es conversación. El caso de Madrid es ya paradigmático al respecto. Y no solo por lo que atañe a los espacios protegidos. También es la comunidad autónoma con menos interés de todo el Estado en la protección de las especies amenazadas, a pesar de su riqueza en este sentido. En estas semanas de celebraciones ambientales (Día Europeo de la Red Natura 2000, 21 de mayo; Día Mundial de la Biodiversidad, 22 de mayo; Día Europeo de los Parques Naturales, 24 de mayo; 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente), conviene recordar que aunque la naturaleza madrileña es fuerte, no se protege sola, sino que hay que dedicarle esfuerzo y recursos materiales y humanos, especialmente cuando tiene a las puertas a 6,5 millones de personas deseosas de disfrutar de ella, y desde los poderes públicos tenemos la obligación de satisfacer ese derecho de un medio ambiente sano.

Miembro fundador de EQUO y diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid

Share Button