El Día Internacional de la Tierra se empezó a celebrar en 1970 como reconocimiento a nuestro planeta como único hogar habitable de la humanidad y concienciar sobre los problemas que lo acosan, promoviendo además las medidas necesarias para sostenibilizar las actividades humanas a largo plazo. Este año además coincide con la firma del Acuerdo Climático de París, por lo que tendrá una expresión política muy clara, de compromiso de muchos países por la lucha contra el cambio climático.
Parecen objetivos muy lejanos para un humilde grupo parlamentario autonómico, de una de las comunidades más pequeñas de España, pero lo cierto es que desde Podemos Comunidad de Madrid, en alianza permanente con EQUO Madrid, se han realizado un buen número de iniciativas de defensa del medio ambiente y del territorio, y de lucha contra la contaminación y la especulación urbanística. Y concretamente la lucha contra el cambio climático y el cambio de modelo energético -lo que venimos llamando transición energética-, han estado muy presentes en nuestras iniciativas.
Nos sentimos particularmente orgullosos de haber introducido este importante debate en la política madrileña justo mientras se discutía el acuerdo de París, poniendo de manifiesto la falta de compromiso del gobierno de la Comunidad de Madrid hacia los objetivos europeos de cambio climático. Los objetivos del gobierno de Cifuentes son diez veces inferiores a los establecidos por el Ministerio para el conjunto del Estado, que no hacen más que remedar los objetivos europeos de reducción de un 20% de emisiones para 2020. Pero en materia de fomento de las energías renovables estamos aún más lejos. En la Comunidad solo se produce el 3,9% de la energía final consumida. Y la mayor parte de este porcentaje procede de la cogeneración por gas, y por lo tanto dependiente de combustibles fósiles de importación. Menos del 5% de la energía producida proviene de la solar fotovoltaica, lo que supone la ridícula cifra del 0,3% de la electricidad consumida, cuando Europa nos pide el 20%.
Por eso, desde el Grupo Parlamentario de Podemos Comunidad de Madrid, hemos presentado iniciativas para potenciar el autoconsumo energético y hemos insistido en la necesidad de priorizar la producción de energías renovables en la Comunidad de Madrid de forma que se pueda iniciar cuanto antes una transición energética. No solo como herramienta de lucha contra la contaminación, el cambio climático y la defensa del medio ambiente de nuestro planeta, sino lo que es tanto o más importante, para ahorrar una enorme cantidad de recursos en importación de combustibles fósiles y para generar un nuevo modelo productivo mucho más intensivo en empleo de calidad.
Además, hemos presentado una propuesta de Ley para paliar y reducir la pobreza energética (electricidad, agua y gas) en la Comunidad de Madrid que acaba de comenzar su tramitación, para que ninguna familia en nuestra región se vea privada de estos servicios esenciales para llevar una vida digna.
Durante estos primeros diez meses de legislatura hemos tenido que defender nuestro patrimonio natural en muchas otras ocasiones, confrontando casi siempre con un Partido Popular demasiado acostumbrado a la mayoría absoluta, a la subcontrata de empresas privadas y a la mercantilización de los recursos naturales. Cabe destacar los debates que se han producido, en pleno o en comisión, por ejemplo sobre la gestión de los residuos, la reforma de la Ley del Suelo, el Canal de Isabel II, el transporte público –con toda la polémica por los planes de cierre de la L1 de Metro-, el Parque Regional del Sureste, el Parque Nacional del Guadarrama, la presencia de lince ibérico, o la defensa de las vías pecuarias. Sin olvidar la derogación a iniciativa conjunta de toda la oposición de la infame e injusta Ley de Viviendas Rurales Sostenibles (VIRUS), que el tándem Aguirre-González pusieron en marcha para que los terratenientes de la región pudieran construirse chalets de hasta 900 m2 sin mayor impedimento. Entre tantas y tan variadas iniciativas creo que desde EQUO y Podemos hemos trabajado muy bien en convencer a la administración local y regional de la necesidad de un cambio en el modelo de gestión de residuos, que permita irnos aproximando a una política de residuo cero, y desde luego una gestión separada de la basura orgánica, que nos permita reducir de manera significativa los vertederos, genere nuevos recursos a partir de los materiales reciclados y cree empleo.
Porque no perdemos de vista que si queremos un medio ambiente mejor, es para la gente, para que nosotros y las generaciones que nos sigan lo puedan disfrutar, si es posible en mejores condiciones que como nos lo hemos encontrado.